En tiempos de apretarse el cinturón
es bueno reciclar los sentimientos
y no andar por ahí dilapidándolos.
Revolver en el cuarto de los trastos
y pegar los pedazos de esas noches
que se hicieron añicos.
Tapizar el sofá desvencijado
y rellenar con besos
la soledad que hunde sus extremos.
Poner en la cocina unos geranios
y comerse el orgullo que sobró de la cena
aliñado con salsa de ternura.
Dar la vuelta a los trajes, brillantes ya de hastío,
dejarlos como nuevos
solo con un pespunte de ironía.
Son muchos los recursos para ahorrar amarguras;
tarde o temprano
ha de llegar el tiempo de gastarlas.
es bueno reciclar los sentimientos
y no andar por ahí dilapidándolos.
Revolver en el cuarto de los trastos
y pegar los pedazos de esas noches
que se hicieron añicos.
Tapizar el sofá desvencijado
y rellenar con besos
la soledad que hunde sus extremos.
Poner en la cocina unos geranios
y comerse el orgullo que sobró de la cena
aliñado con salsa de ternura.
Dar la vuelta a los trajes, brillantes ya de hastío,
dejarlos como nuevos
solo con un pespunte de ironía.
Son muchos los recursos para ahorrar amarguras;
tarde o temprano
ha de llegar el tiempo de gastarlas.