jueves, 10 de junio de 2010

INDOLENCIA

Esta inmensa desgana
que me invade la edad de arriba abajo
no encuentra un clavo ardiendo
donde agarrarse para dar un grito.

Pasó el tiempo
de perseguir las causas imposibles
y las posibles
tampoco ya interesan casi nada.

A estas alturas
sólo el vago recuerdo
de tu boca rotunda,
y tu modo de andar destartalado
le podría arrancar a mi indolencia
un mínimo temblor,
fugaz escalofrío apenas lujurioso.

En estas condiciones, si yo fuera
seria y profesional, escribiría
una simple canción desesperada
-al menos obtendría algún provecho-
en lugar de esconderme

tras la esquina más triste de la noche
para evocar a tientas
tu memoria.