Esta inmensa desgana
que me invade la edad de arriba abajo
no encuentra un clavo ardiendo
donde agarrarse para dar un grito.
Pasó el tiempo
de perseguir las causas imposibles
y las posibles
tampoco ya interesan casi nada.
A estas alturas
sólo el vago recuerdo
de tu boca rotunda,
y tu modo de andar destartalado
le podría arrancar a mi indolencia
un mínimo temblor,
fugaz escalofrío apenas lujurioso.
En estas condiciones, si yo fuera
seria y profesional, escribiría
una simple canción desesperada
-al menos obtendría algún provecho-
en lugar de esconderme
tras la esquina más triste de la noche
para evocar a tientas
tu memoria.