Suele ocurrir en noches ateridas
que el corazón se aparca en cualquier sitio,
medio esquinado, apenas intuyendo
que vendrá el desencanto con la grúa,
costará un dineral recuperarlo
y deberán pagarse las multas atrasadas.
Y quedará en la boca
un empacho de besos fronterizos
entre el sueño y el blues,
una resaca más, de color sepia,
con un sabor eléctrico
a ginebra barata.
que el corazón se aparca en cualquier sitio,
medio esquinado, apenas intuyendo
que vendrá el desencanto con la grúa,
costará un dineral recuperarlo
y deberán pagarse las multas atrasadas.
Y quedará en la boca
un empacho de besos fronterizos
entre el sueño y el blues,
una resaca más, de color sepia,
con un sabor eléctrico
a ginebra barata.