martes, 5 de junio de 2012

EL PAÑUELO

Te utilicé para enjugar mi llanto
y ocurrió que las lágrimas
no me dejaron ver tu desconsuelo.
Te quejaste
de mi desatención, de mi egoísmo
y de mi ingratitud enmimismada.

¿pero es que acaso existe
mayor prueba de amor que quedarse desnudo
ante alguien cubierto de ropajes?

Te enseñé sin reservas los estragos del tiempo
con mi fragilidad a la intemperie.

No sé cómo encajar mi soledad
en el difícil puzle de esta historia
no sé cómo evitar que mis costras te arañen
ni cómo maquillar mis cicatrices
para que no malogren la paz imprescindible.

Habrá que amarse a oscuras y en silencio
con cuidado de no manchar las sábanas
y besarse sin lengua
para no contagiarse los dolores.

Y cuando duela el pecho
y cuando falte el aire
repetir como un mantra
hasta que se nos grabe en la conciencia
que hemos nacido solos.