martes, 22 de septiembre de 2015

CAFÉ DESCAFEINADO

Tomaba siempre café descafeinado,
cerveza sin alcohol
y de fumar, ni hablamos
y tanto se cuidaba
que incluso amaba a medias,
así, como de lejos, desde fuera,
no fuera a contraer
alguna enfermedad del corazón
de esas que solo sufren los idiotas.
Soñar era un deporte peligroso
y perderse en un beso
un riesgo inasumible,
tal vez no hallara luego
el camino de vuelta hacia sí mismo.

Alguien le había dicho que el amor
es una extraña fiebre, 
un pernicioso virus para el que no hay receta
pero que solo ataca
al que anda por ahí sin abrigarse,
desnudo de argumentos y razones,
el alma en carne viva
y la piel rebosante de vacío.
Es una fiebre extraña,terrible, virulenta,
capaz de hacer feliz al más desventurado,
pero que solo ataca a los idiotas.