domingo, 3 de enero de 2016

MAQUILLAJE

Y qué hacer en un mundo enloquecido
en el que hay que esconder lo que uno siente
para que no le tilden de impenitente idiota
y decir soy feliz aunque la soledad
se le vaya comiendo por los pies
y llegue cuerpo arriba
hasta el último surco del cerebro y penetre
en esa masa informe de emociones
que algunos llaman alma.

Qué hacer si lo más noble que uno guarda
se debe enmascarar con falsedades,
con sonrisa exultante de victoria
sobre un enemigo inexistente
para no despertar la compasión
de aquellos que nos aman
o cierto regocijo
en los que nos envidian o nos odian.

Cómo no recluirse en la cueva doméstica
para quedarse en cueros delante del espejo
y llorar sin ponerles fronteras a las lágrimas
ni temer que se corra el maquillaje,
masturbar la memoria hasta encontrar el punto
donde anidó el amor
y floreció la fuerza
que nos hizo soñar con lo imposible.

Pero no. Dejémonos de historias.
Volvamos a pintarnos los labios color sangre
con un punto rosado en las mejillas
y una gota de luz vertida en lo profundo
de los ojos, busquemos
el modelo más sexy en el armario
y empecemos de nuevo la comedia.
No vaya a pensar nadie que no somos felices.