Necesito decirte tantas
cosas
cuando llega la fecha
marcada en el reverso de la
vida,
la de caducidad de la
esperanza,
y hay que tirarla al cubo,
aunque parezca
que aún podría ser
aprovechable
y me la coma en una de esas
noches
que encuentro la nevera
desolada.
Necesito decirte que fue
hermoso
despertar cada día con tu
nombre,
ser una adolescente al menos
por un rato,
resucitar antiguas emociones,
que volviera a alumbrarme
algún destello,
un sentimiento dulce entre
mi carne rota .
Yo sé que aquí se muere
una historia que no llegó a
nacer,
que a partir de ahora mismo
ya no podré salvarme
acudiendo a tu imagen
guardada en la memoria,
que volverá lo cierto, lo
tangible,
la desnuda verdad sin
horizonte.
Mi sueño está cansado de
soñarse
una noche tras otra,
escuchando la lluvia
o llenando el silencio de
canciones
que nunca oímos juntos.
Es un sueño gastado por el
uso,
está lleno de arrugas y le
duelen los huesos.
Porque también los sueños
envejecen.
Y un día de repente se nos
marchan
y nos dejan más tristes y más
solos.