martes, 20 de noviembre de 2018

MIEDO

Se reflejó el terror en tus pupilas
como si en tus espaldas
se hubiera desplomado todo el peso del mundo
cuando yo osé decir lo que te dije.
Debí haberme quedado con la boca cerrada,
pero tengo una edad
que ya me dan vergüenza pocas cosas
y menos que ninguna, enamorarme.
Parecías rezar a ese improbable dios
al que deben rezar los condenados,
el despiadado dios de los ateos.

Si es el miedo a sentir lo que te aleja,
puedes estar tranquilo, que no intento matarte.
Refúgiate de nuevo en el silencio,
escóndete en la paz de la rutina
e ignora mi existencia. Solo te pediría
que nunca te arrepientas de aquel beso
ni lo arrojes al saco del olvido.

Puedes estar tranquilo, que no es a ti a quien amo,
sino al que yo soñé y puse tu nombre.