martes, 17 de febrero de 2009

OBJETIVOS

"Pasa muchas veces y hoy ha vuelto a ocurrir. La actualidad nos trae noticia palpitante, en carne viva, de asuntos sobre los que estábamos tratando con frialdad burocrática. Pasa mucho. A menos de veinte metros de la costa de Lanzarote volcaba una patera, y dejaba en nuestro litoral veintiún cadáveres, catorce de ellos menores de edad. Cuando esto ocurría estábamos conociendo la nota de una comisaría de Madrid, que fijaba como objetivo para sus policías la detención de un cupo mínimo de inmigrantes sin papeles; a bulto, carne a peso. Rubalcaba explicaba luego que debió haber un malentendido en la interpretación de las órdenes, pero la doble escena -Lanzarote y los arrestos a tanto la pieza- constituye un todo indigerible, vomitivo mas bien, para estómagos con alguna sensibilidad humana o democrática. Ahora bien, siendo sinceros, ¿cuánto de sensibilidad humana o democrática le queda a nuestro estómago individual y social?. Seguramente muy poco. Los cayucos abarrotados de famélicos explotados ya no nos dan ni frío ni calor. Son imágenes de rutina. Y los inmigrantes nos parecen seres humanos solamente en época de prosperidad. Si acaso, en tiempos de crisis son sombras amenazantes, a las que quisiéramos ver evaporarse, con sus familias incluidas, allá por donde vinieron. Si el Ministerio ha dado esa orden, o una parecida, si los policías la cumplen, y patrullan nuestras calles para cazar a lazo inmigrantes (tantos al día, tantos a la semana, tantos al mes), como se recogen los cubos de basura, tendremos que aceptar dos verdades durísimas. Primera: que eso es repugnante, indigno de una sociedad civilizada, y dos: que eso es lo que quiere un altísimo porcentaje de la población. En materia de inmigración, hace mucho que el llamado mundo civilizado ha interiorizado un discurso utilitarista, ajeno a los derechos humanos, menos diferente de lo que creemos del viejo pensamiento esclavista. Dicho esto ya podemos preparar nuestras mejores lágrimas de cocodrilo. Nos vamos a Lanzarote."

Yo me siento incapaz de añadir o quitar una sola coma a estas palabras de Iñaki Gabilondo que, con su objetiva frialdad, hizo que se me agarrotaran las tripas durante unos instantes. Pero enseguida me sequé las lágrimas de cocodrilo y me fui a la cocina a prepararme unos espaguetis. Tenía hambre, aunque seguramente no tanta como los inmigrantes que llegaron en el cayuco hasta casi rozar con las manos la orilla de sus sueños. Veintiséis muertos, veinte chavales de entre cuatro y diecisiete años. ¿De qué clase de infierno huyen para venir a un lugar donde seguramente servirán para que la policía cumpla los objetivos señalados? Embarcarse en un cayuco cuesta un dinero y muchas veces son las propias familias de esos chicos las que se entrampan para enviarlos a España sabiendo que, en el mejor de los casos, su destino será un centro de internamiento en el que posiblemente aprendan un oficio y en el peor, la muerte.

Trabajar por objetivos produce mucho stress, uno nunca sabe lo que va a ganar a fin de mes ni las vacaciones que podrá disfrutar, porque depende de que se cumplan o no los objetivos señalados. Es un sistema que ha demostrado cumplidamente su eficacia y los trabajadores de multinacionales lo saben bien. Además, a los que los alcanzan, enseguida les ponen otros objetivos más altos. -Venga que tú puedes. ¿Cuantos ilegales te has hecho este mes? pues el mes que viene el diez por ciento más, o el veinte ...y mejor marroquíes, oyes, que son más rentables; la expulsión por carretera sale más a cuenta. No hay quien aguante tanta presión y encima con la competencia que hay dentro de la empresa, que cualquier compañero te puede pisar el puesto como aflojes un poco

Dice Rubalcaba que "la prioridad de la Policía es detener ilegales cuando estos inmigrantes están vinculados a actividades delincuenciales" y digo yo que las actividades delincuenciales -vaya palabro- habrá que perseguirlas por igual en los ilegales, en los legales y en los mediopensionistas de aquí, que haberlos, haylos. Digo yo que la prioridad debería ser detener a los delincuentes sean o no inmigrantes, sean o no ilegales. El ministro se ha cubierto de mierda dejando entrever una cierta equivalencia entre inmigración y delincuencia y alimentando la xenofobia, por si fuera poco ese altísimo porcentaje de la población del que habla Iñaki.