jueves, 31 de diciembre de 2009

FELIZ AÑO, AMIGOS.

Hace demasiados días que no escribo y todo porque estoy corrigiendo cosas que escriben otros, la pela es la pela. Pero no quiero despedir el año sin decir que esta boca, de momento, sigue siendo mía. La palabra -y más el pensamiento- es casi lo único libre que nos va quedando.

El año se nos va con sobresaltos meteorológicos, que tan pronto llueve a mares como aparece un sol lánguido que ilumina mi casa con luz amarilla. No sé qué demonios tienen estos días que, aunque uno no quiera, vienen los recuerdos de antes -de cuando éramos otros- y la vida de ahora, esa por la que luchamos durante todo el año y tratamos de sacar adelante con mil esfuerzos, parece como postiza; como esos cuadros que al restaurarlos se descubre que esconden otro debajo. Y es que creo que las Navidades echan unas raíces demasiado profundas y difíciles de arrancar; están enraizadas en nuestra infancia, en nuestra juventud, y ahora nos traiciona la memoria mostrándonos todos los proyectos y los sueños que no se cumplieron. Por eso están tan teñidas de nostalgia. Porque quizá esta vida esconde todas las vidas por las que hemos pasado y sólo con rascarla un poco deja ver a los que fuimos antes.

Voy a cargar el móvil porque seguro que esta noche me empiezan a llegar mensajes de gente que no veo nunca y que un día al año -hoy- se acuerdan de que existo; menos da una piedra.

Creo que este año no voy a caer en la tentación de hacer planes que luego no se cumplen. No voy a decir que por fin escribiré ese libro que tengo pendiente, porque no creo que encuentre un Ayuntamiento generoso que me lo patrocine como a otros, que siempre ha habido clases. Y como muestra el botón que nos enseña Enrique en su blog
. Esto es una escusa; no lo voy a escribir porque soy una vaga y siempre encuentro coartadas que me disculpen mi falta de voluntad: que si los hijos, que si los nietos, que si mi madre, que si la Biblia en pasta. No sé si de todo, pero de una gran parte de lo que me pasa -o mejor dicho, de lo que no me pasa- soy la única culpable. Quiero las cosas inmediatas y me falta paciencia y constancia para sacar todos los días un rato y hacer algo a largo plazo, sin un fruto palpable. Por eso seguiré aquí, escribiendo en este blog para tener la recomensa rápida de vuestros comentarios, que son los que lo mantienen vivo.

Feliz año, amigos. Esta noche brindaré por todos vosotros, porque sigáis ahí, al otro lado. Y me atragantaré con las uvas para disimular la emoción.