jueves, 13 de mayo de 2010

LAS MEDIDAS

Mis hipotéticos lectores más antiguos seguro que llevan tiempo echando de menos a aquella Solateras de hace años, militante concienciada y combativa, que se metía en berenjenales políticos y organizaba polémicas blogueras de las que con frecuencia salía escaldada. -¡Quién la ha vista y quién la ve!- dirán -ahora se dedica a cantar coplas de amor, de potros, de domador, en lugar de largarse opinando como Fierro. Y tendrán razón, pero es que no tengo güevos. Ahora que sabemos que Zapatero es el culpable de todos los males de la humanidad -desde el sida hasta el cambio climático, pasando por el asesinato de Kennedy, por no hablar de las Torres Gemelas y del 11-M y de los múltiples tsunamis, terremotos, huracanes, nubes volcánicas y manchas de petróleo en el Golfo de Méjico, que es que su brazo es muy largo- cualquiera se atreve a defenderle. Sólo en círculos muy íntimos y residuales de rojerío declarado, oso tocar el tema de refilón; porque en ambientes de esos "apolíticos" -o apocalípticos- me juego la vida y, francamente, tampoco es eso.

Mis conocimientos sobre economía, ECONOMÍA con mayúsculas, son inexistentes. Por no entender no entiendo ni siquiera la mía propia, que mira que es fácil: ingresos menos gastos igual a números rojos, tan claro como eso y sin embargo me hago un lío. Aún menos me entero de la cosa de la crisis, de las fluctuaciones bursátiles, del Ibex 35, de la reducción del déficit y de cómo hemos pasado en el mundo mundial, como quien dice en un pispás, de apalear la pasta a estar en la más absoluta indigencia. Pero algo me dice que aquí alguien se ha forrado, porque el dinero no se volatiliza así como así y en algún sitio estará. Esto me recuerda a un personaje de La Colmena -creo que Martín Marco- cuando al pasar por delante de un banco, sin una perra en el bolsillo y muerto de hambre, musita con melancolía que ahí dentro debe de haber mucha pasta.

A pesar de mi precariedad endémica, tengo que confesar que aparte del paro de mi hijo que se solucionó en dos meses, hasta ahora la puta crisis apenas me ha afectado personalmente; tengo el mismo trabajo que antes, en mi armario no cabe más ropa, como dos veces al día, sigo tomando copas con los amigos, alguna vez voy al cine y esas cosas. Igual ahora que antes. Y cuando salgo por ahí por Huertas, los bares están tan a tope como antes y los restaurantes, cuanto más caros, más llenos. Misterio, misterio.

La tele sólo la utilizo para las cosas serias -películas, Rafa Nadal y el Real Madrid- pero en fin, leo los periódicos y oigo la radio un poco y sé que a Zapatero me le ponen a parir desde la diestra y desde la siniestra, todos los días y a todas horas, tanto la oposición -que es lo suyo- como la prensa -hasta la considerada afín- y no digamos el personal de a pie mientras se toma las cañas tan ricamente. Que si no hace nada, que si nos ha engañado, que si es un iluminado, que si está hundiendo el país, qué sé yo qué más. Por lo visto todo el mundo tenía la solución al desastre menos él, qué cosas.

Bueno, pues ahora ha hecho algo y también está mal. Los funcionarios -entre los que me cuento, por si alguien no lo sabía- que con la que está cayendo tenemos el trabajo garantizado, han puesto el grito en el cielo. Cuando sacó de la chistera el conejo del cheque-bebé, le llamaron de todo y por su orden: que si era una medida populista e injusta, que esto y que lo otro; ahora también le critican por suprimirlo. Se criticó -yo la primera- la jubilación parcial con la diferencia a cargo de la Seguridad Social y ahora se le pone verde por eliminarla. Y no digamos nada de las prejubilaciones a los cincuenta años disfrazadas de despidos a cargo del seguro de desempleo.

Lo que pese a mi ignorancia sí entiendo muy bien es que aquí hay casi cinco millones de parados, que seguramente toman pocas cañas. Y, lo siento, pero no consigo cabrearme con las medidas del gobierno, porque estoy aquí, en la oficina, escribiendo este post con todo el morro. Y ahora, al llegar a casa, me tomaré unas cañas de cerveza negra riquísima con mi chico en el bar de abajo, "LA AMISTAD" se llama. Además tengo que reservar mi mejor cabreo para gritar por los mil millones de hambrientos, que eso sí que es serio.