Ignoro en qué momento
comencé a perder pie donde pisaba,
cuándo me transformé
en la mujer que anda algunos pasos
por delante de mí,
sin concederme siquiera el detalle
de volver la cabeza.
Yo no puedo alcanzarla.
La que fui no regresa
y la que soy a veces corre tanto
que se me escapa.
Y me quedo perdida, tan lejos de las dos,
equidistante,
confiando en que acojas
a la que junto a ti llegue en mi nombre.