martes, 10 de junio de 2008

LA HUELGA

Hoy toca un tema mucho más aburrido que los entierros siderales y que los museos de los amores rotos y mucho más serio también. Lo siento, pero es lo que hay. Yo, afortunadamente, no soy ministra de fomento -le tocan todos los marrones a la pobre- ni presidenta del gobierno y no me quisiera ver en el pellejo de ninguno de los dos. Y seguramente por mi filiación política habrá quien considere que no soy objetiva y me lloverán las críticas. Pues bueno, gajes del oficio de bloguera, qué le vamos a hacer, pero me siento en el penoso deber de decir tres o cuatro cosas. Y lo primero es aclarar que esta es una huelga muy original, que está promovida por las grandes empresas del transporte, en lugar de por los trabajadores como toda la vida de dios han sido las huelgas. Es decir, que una poderosa minoría está impidiendo trabajar a una mayoría de currantes autónomos que, mal que bien, se ganan la vida con su camión.

Ignoro la capacidad de maniobra que tiene el gobierno para la negociación, pero me da que no es Zapatero el que ha subido el petróleo a ciento treinta dólares el barril, y eso de momento, que los pronósticos que se oyen por ahí son aterradores.

En la anterior legislatura se creó el llamado gasóleo profesional, algo que el sector llevaba reivindicando largo tiempo. Entró en vigor en enero de 2007 y supone la devolución a los transportistas de veintidós millones de euros, más el céntimo sanitario en las Comunidades Autónomas que lo decidan. Además se aplicó una bonificación del 50% en el Impuesto de Actividades Económicas para el transporte por carretera en los años 2006 y 2007.

Hasta 2006 los impuestos por gasóleo que se aplicaban en España estaban por debajo del mínimo obligado por la Unión Europea, a la que pertenecemos no sé si para bien o para mal, pero ahí estamos. Eran de 293,8 euros por cada mil litros y lo exigido por Europa ascendía a 302 euros por cada mil litros, por lo que en enero de 2007 hubo que adaptarse a la normativa europea. Pues el gobierno español no aplicó esa subida a los transportistas para ayudar al sector, que continuaron y aún continúan con el impuesto antiguo.

Y bueno, que la cosa está jodida es evidente. Pero para todo el mundo y no creo yo que la solución esté en pedir la luna ni en romper las lunas de los que quieren trabajar. Ni en someter al país a una presión absolutamente insolidaria con el común de los mortales. Ni creo, por supuesto, que el Gobierno pueda ni deba ceder a unas exigencias insostenibles.

Y en fin, hoy ha muerto un piquetero -asalariado- arrollado por una furgoneta cuyo conductor salió despepitado huyendo de los piquetes informativos y se lo llevó por delante. Sólo quiero decir que descanse en paz y que ojalá no haya ninguna muerte más. Pero esto no pinta bien.