Pues es el caso que hace unos días me llamó Gary -no, no Gary Cooper desde el otro mundo- Gary, nuestro Gary. Ese que tiene un blog paralizado desde el día 31 de julio, fecha en que nos dejó plantados escuchando a George Benson y no volvió a aparecer por la blogosfera ni para poner un comentario. Pues me llamó y me anunció que hoy domingo 21 de septiembre vendría su banda a tocar a Madrid, en honor de la Virgen de Guadalupe. Mi incultura en la cosa de las vírgenes es enciclopédica, porque yo la situaba allá por Méjico y, si acaso, en Cáceres. Pero por lo visto también es la patrona de Úbeda, tierra de Gary como es sabido. Y esta de Úbeda tiene una réplica en Madrid, en la castiza iglesia de San Ginés, casi tan famosa como la chocolotería que lleva su nombre en el pasadizo de detrás, lugar mítico dónde acabar las parrandas madrileñas. Se celebraba que hace cuarenta años que trajeron la imagen al foro, para fervor de los ubetenses que aquí residen. Esto es un lío descomunal, porque no son sólo las infinitas advocaciones de la misma Vírgen, que dan lugar a muchas grescas entre los devotos de unas y de otras por ver cuál de ellas es más milagrera, sino que para acabar de complicar las cosas, cada una tiene un montón de réplicas en diferentes lugares y ya no sabe una a qué atenerse a la hora de ir a rezar con garantías. Pero en fin, me estoy yendo por los fervorosos cerros de Úbeda y lo que quería contar es que he visto a Gary in person y hasta he hablado con él. Sí señor, he comprobado que Gary existe. A las once en punto de la mañana de este domingo lluvioso, me he personado en la puerta de la iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal; bajo los soportales ya estaba el paso preparado, rodeado de velas y de flores y un número considerable de devotos esperando la salida de la procesión. Pero yo no veía por ningún lado banda de música alguna, no sabía si se habían metido dentro de la Iglesia o en la chocolatería a tomarse un chocolate con churros. En esto me ha llamado Gary para decirme que estaban tocando en la Plaza Mayor y allí me he ido. Efectivamente, los he encontrado deleitando al personal delante de la estatua de Felipe III o IV -sigo sin saber cuál es- y me he puesto a grabar en primera fila para que su actuación pasara un poco a la posteridad; por mi no iba a quedar, dentro de las escasas posibilidades de pasar a ningún sitio que tiene este blog .
Yo no le conocía y además, si me ponía a buscarle no grababa, así que yo a lo mío, esperando que él tuviera la intuición suficiente para dar conmigo. Y así ha sido; todavía resonaban los últimos compases y, por supuesto, los aplausos de la multitud, cuando Gary se salió de la formación musical y vino a mi encuentro sin sombra de duda.
Nos hemos saludado con un abrazo y hemos estado departiendo unos minutos en la plaza: luego la banda se ha puesto en marcha hacia la iglesia de San Ginés y yo detrás, bajo una lluvia menuda pero persistente que amenazaba con ir a más. Ya en la puerta, arreciaba la lluvia y los cofrades habían cubierto la imagen de la Virgen con un plástico horroroso, como en tienda de campaña, con lo que quedaba bastante deslucida, la verdad. No había noticias de si suspenderían la procesión o no y la banda no sabía muy bien qué partido tomar. Yo le he propuesto a Gary que al terminar comiéramos juntos y quedara con sus compañeros en el autobús o, en su defecto, que por lo menos nos tomáramos unas cañas. No ha habido forma; le he amenazado con ponerle a parir en el blog pero ni por esas. Ha dicho veremos a ver qué pasa. Pero la vida me ha ha enseñado que casi nunca pasa nada si nosotros no hacemos que pase, así que he escuchado el himno nacional con mucho respeto y me he venido a casa a escribir este post. Luego me ha llamado para decirme que hacía sol y que estaban tocando, pero yo, francamente, no había salido de casa un domingo a las diez y media de la mañana lloviendo, movida sólo por un interés cultural -sin con esto quitar méritos a la banda, que los tiene todos- sino por un afán de conocer a la persona humana que es Gary, mi lector más antiguo; va para tres años y quizá era el momento de conocernos en persona.
De manera que eso, fuime y no hubo nada. Nada de nada.
Yo no le conocía y además, si me ponía a buscarle no grababa, así que yo a lo mío, esperando que él tuviera la intuición suficiente para dar conmigo. Y así ha sido; todavía resonaban los últimos compases y, por supuesto, los aplausos de la multitud, cuando Gary se salió de la formación musical y vino a mi encuentro sin sombra de duda.
Nos hemos saludado con un abrazo y hemos estado departiendo unos minutos en la plaza: luego la banda se ha puesto en marcha hacia la iglesia de San Ginés y yo detrás, bajo una lluvia menuda pero persistente que amenazaba con ir a más. Ya en la puerta, arreciaba la lluvia y los cofrades habían cubierto la imagen de la Virgen con un plástico horroroso, como en tienda de campaña, con lo que quedaba bastante deslucida, la verdad. No había noticias de si suspenderían la procesión o no y la banda no sabía muy bien qué partido tomar. Yo le he propuesto a Gary que al terminar comiéramos juntos y quedara con sus compañeros en el autobús o, en su defecto, que por lo menos nos tomáramos unas cañas. No ha habido forma; le he amenazado con ponerle a parir en el blog pero ni por esas. Ha dicho veremos a ver qué pasa. Pero la vida me ha ha enseñado que casi nunca pasa nada si nosotros no hacemos que pase, así que he escuchado el himno nacional con mucho respeto y me he venido a casa a escribir este post. Luego me ha llamado para decirme que hacía sol y que estaban tocando, pero yo, francamente, no había salido de casa un domingo a las diez y media de la mañana lloviendo, movida sólo por un interés cultural -sin con esto quitar méritos a la banda, que los tiene todos- sino por un afán de conocer a la persona humana que es Gary, mi lector más antiguo; va para tres años y quizá era el momento de conocernos en persona.
De manera que eso, fuime y no hubo nada. Nada de nada.