miércoles, 3 de septiembre de 2008

LO DE GARZÓN Y OTRAS COSAS

Después de leer el post de Manolo Saco sobre el tema, francamente -digo, realmente, pero de "realidad", no de "realeza"- poco queda que decir sobre semejante obviedad: que en ambos lados hubo muertos, que en ambos lados se cometieron barbaridades, pero que sólo un bando pudo honrar a los suyos y llenar las plazas y las alamedas de cruces a los caídos -a unos caídos- y de placas con los nombres de sus fusilados las tapias de los cementerios de media España. Lo menos que se puede pedir es poner nombre a los otros muertos, sacarlos de la fosa común del olvido y que sus familiares sepan dónde tienen que ir a llevar flores. Parece de cajón, pero hay gente a la que, francamente, le molesta; vaya usted a saber por qué. Es muy loable no querer revolver el pasado ni abrir heridas, sobre todo cuando se tiene el pasado perfectamente colocado en su sitio y las heridas han sido convenientemente curadas. Pero hay a quien nadie ha curado nunca las heridas y siempre ha tenido el pasado hecho una leonera y está en su derecho de querer colocarlo también en su sitio para que sus heridas puedan cicatrizar. No tengo ni idea de si Garzón tiene o no competencias en la materia ni tampoco sé si su probada vocación mediática ha influido en su decisión, pero creo que es una deuda que el Estado está tardando demasiado en pagar y si esto sirve para que se pague, bienvenida sea la iniciativa.

Por lo demás, mis temas personales me hacen afrontar el curso político con infinita pereza. Lo de la economía y la crisis está dando mucho juego; se utiliza en la publicidad para anunciar desde productos de limpieza hasta pólizas de seguros, es que me sobrepasa. Mientras tanto, la pesadilla del paro crece de forma exponencial y ya son dos millones y medio las familias que no pueden permitirse el lujo de pensar en la memoria histórica porque se están exprimiendo la sesera en ver cómo sobrevivir.

Yo por mi parte, estoy embarcada en un proceso de adaptación al medio, al nuevo medio, emocionante. Y he elegido con cuidado el adjetivo "emocionante" no por casualidad; sino porque estoy enferma de hipersensibilidad y las emociones se me amontonan, a veces se me depositan en un punto concreto, justo encima del estómago, y me dificultan la respiración. Tengo mucho que aprender sobre cómo se comparte la individualidad, ver lo que se me quiera mostrar sin mirar por el ojo de la cerradura del alma y no analizar cada gesto ni escuchar el murmullo del silencio. La naturalidad es condición clave para conseguir algo parecido a la felicidad.

La canción de hoy también es fácil, en cuanto a la primera parte del post.