
Sobrevive a la distancia y al tiempo, aunque eso no quiere decir que siempre sea eterna; tristemente, hay amistades que se disuelven en este trajín que es la vida sin que eso signifique que no fueran auténticas cuando existieron; lo fueron y, como a los amores que se acaban, no podemos borrarlas de un plumazo ni despreciarlas, porque en su momento tuvieron mucha importancia y ya forman parte de esa mezcla de emociones, de inquietudes, de miedos, de ilusiones, de miserias y grandezas de la que estamos hechos.
No hay que pedir a los amigos, a las amigas, que sean perfectos y no nos fallen nunca, porque nosotros tampoco lo somos y fallamos más que una escopeta de feria. Pero creo que, por lo mismo, tenemos derecho a que los amigos, las amigas, no tengan en cuenta las veces que no nos encuentran cuando nos buscan y a que no apunten en el cuaderno del alma el tiempo que hace que no los llamamos por teléfono. La vida de cada uno es un pequeño y enrevesado mundo que muchas veces nos supera y bastante hacemos con pelearnos con él sin salir muy perjudicados mentalmente, para estar pendientes de cumplir con unos y con otros.
No sé, pero algo me dice que la amistad es, sobre todo, confianza en el otro. Y ya se sabe que donde hay confianza, da asco.
Y hablando de amigas, felicidades a Almu, que esa sí que es una amiga.