Quisiera estar dormida hace ya rato
pero el sueño me niega su cobijo.
No hay foto que me ilustre este poema
no sé representar en una imagen
el calor que me abruma en el insomnio
ni el frío de mis pies desorientados.
Los versos se pelean en mi mente,
me levanto,
me voy a la cocina, tomo un valium,
escucho hablar de fútbol en la radio.
En la mesa se esparcen mil papeles
plagados de poemas ya prescritos
que se mueren de miedo y se resisten
a enseñar sus miserias,
tan desnudos, tan huérfanos, tan débiles
que quieren esconderse para siempre
en el silencio dulce del incógnito.
Y morir sin nacer,
abortos de palabras que algún día
intentaron contar un sentimiento
a la negrura honesta de la noche,
a la copa secreta y aliada
de tantas sinrazones.
Y saben que mañana que ya es hoy
se mostrarán inermes,
despojados
de cualquier emoción embaucadora.
Serán voz, tendrán rostro
que es el mío,
sin gin-tonic, sin humo ni tristeza;
solo el pudor, la duda,
la desnudez en medio de la calle.
(Pintura robada de la red, Sin título, Alberto Greco, 1960, Óleo, brea y bleque sobre tela)