Llenazo absoluto en la "Marqués de Valdecilla", tanto que muchos se quedaron de pie por los pasillos laterales o sentados en el suelo o incluso escuchando desde el hall. Vaya por delante mi gratitud a todos los que estuvistéis allí arropándonos con vuestros aplausos, vuestros silencios, vuestra calidez.
Miguel Ángel de Rus provocó al respetable interpretando a la perfección el papel de cavernícola, con una presentación intencionadamente casposa y machista que, me consta, dista mucho de su auténtico sentir. Entiendo y respeto a las que se ofendieron, pero debo confesar que a mí personalmente, salvo alguna perla de evidente mal gusto, me hizo gracia. Seguramente no estoy lo suficientemente impregnada de reivindicación o es que hace tiempo que me quité la faja de lo políticamente correcto, no sé. El caso es que la cuestión de la igualdad la considero tan obvia y tan superada a estas alturas de la liga, que creo que nos podemos permitir el lujo de relajarnos un poco y reírnos del machismo. Que, por otra parte, como las meigas, haberlo, haylo.
Pero vamos a lo mollar de la velada que, evidentemente, era la poesía. No voy a hablar de las treinta y tres poetas con las que he tenido el placer de compartir páginas; algunas son escritoras de sobra conocidas y reconocidas, cuya obra y trayectoria poética nadie discute y no necesitan para nada que yo traiga aquí sus méritos de nuevo. Sí quiero hablar de las jóvenes que, seguramente por mi ignorancia enciclopédica, he descubierto en este libro y volví a descubrir ayer iluminadas por sus voces, sus gestos y sus rostros. Creía yo que en poemas de amor estaba todo dicho, sin embargo -por poner un ejemplo- el Resguardo de una receta de la Seguridad Social, de Virginia Cantó, consiguió sorprenderme por su originalidad, riqueza de imágenes y contenido erotismo. Ella, Vanessa Torres, Laura Labajo, Raquel Campuzano, Ana Barbadillo, Silvia Gallego, Verónica B, todas apenas en la horquilla de los 30, y la veinteañera Marta Gómez Garrido, garantizan el relevo a las veteranas y traen frescura, espontaneidad, imaginación y nuevos vientos a la poesía escrita por mujeres.
Gracias a Alicia que con su cuidadísima editorial, su ilusión y su trabajo incansable es un ejemplo vivo de lo que es capaz una mujer cuando se pone a ello. Gracias por su empeño en hacer visibles las voces femeninas, un empeño que espero sinceramente que pronto no sea necesario porque ya no se distinga entre hombres y mujeres ni en la literatura ni en ningún otro campo.
Yo lo pasé muy bien con tantas buenas poetas, algunas, además, grandes amigas. Con las que están en el libro y con las que no, porque esta antología es sólo una muestra de la buena poesía que hoy están escribiendo las mujeres. Y, afortunadamente, también los hombres.