miércoles, 2 de diciembre de 2020
BAILE
Hay tardes que te olvidas
de que el mundo se hunde
y, sin salir de casa, un universo entero
se abre ante tus ojos
en un atardecer de rojos fascinantes.
Y Chavela te pone la mano donde sabe,
donde nacen las ansias de vivir
que ya creías muertas, Macorina.
Hay tardes en que bailas descalza diecinueve
días y muchas más
de quinientas mil noches
si se ponen a tiro de tus pasos
y descubres de pronto que estás viva,
que el pasado no existe y el futuro
tan negro que nos pintan
tan solo es un mal sueño.
Ya no te duele nada,
ya no tienes edad ni soledades,
solo existe el instante
de una mujer que baila.
viernes, 30 de octubre de 2020
LLANTO
En un mundo asolado por el miedo,
partido en mil pedazos,
donde reina el dolor y la miseria,
donde el hambre se extiende como aceite
y se hace fuerte el odio
cómo volver la vista a lo doméstico,
a las pequeñas penas, antes insoportables,
al abrazo imposible,
cómo soñar un beso o deleitarse
con los ojos cerrados
en un recuerdo hermoso ya sin rostro ni nombre.
Si ya no queda nada
y las pasiones ciegas han mutado
en un dulzor ambiguo
sin fuego y sin aristas,
una suave nostalgia resignada
de lo que pudo ser si hubiera sido.
jueves, 15 de octubre de 2020
Y DE REPENTE UN DÍA
Esta vez nuestros ojos
no iban a contemplar la primavera
que fuera reventaba ajena a este desastre,
mientras todos en casa, detrás de los cristales,
mirábamos las calles desahuciadas,
sin niños en los parques, sin viejos paseando,
sin jóvenes riendo y amándose en lo oscuro.
mirábamos las calles desahuciadas,
sin niños en los parques, sin viejos paseando,
sin jóvenes riendo y amándose en lo oscuro.
Hubo tres lunas llenas, brillantes y rojizas,
colgadas en el cielo para nadie,
−ya no escribían versos los poetas
ni se besaban los enamorados
bajo su luz de plata−
solo para los gatos callejeros
que maullaban hambrientos
ante el cierre de acero de los bares.
Dejamos de mirar a los desheredados
porque ahora nosotros –¡ay, nosotros!−
debíamos pensar en lo perdido,
en los días de vino y rosas de ayer mismo,
lamernos las heridas y masturbar el miedo;
había mucha prisa en buscar un culpable
y comenzar a odiarnos con la cara tapada.
Se hicieron infinitas las distancias,
la tierra se volvió un campo de minas,
no leíamos cuentos a los niños,
había que contar las cifras del espanto,
comparar el montante con los otros países
y, con un vergonzante regocijo,
celebrar si sumaban
unos pocos más muertos que nosotros.
Nos hicimos peores de lo que éramos antes
y eso que parecía difícil superarlo.
Pero no cabe duda
y eso que parecía difícil superarlo.
Pero no cabe duda
de que todo lo puede el hombre blanco.
domingo, 4 de octubre de 2020
SE FUE TODO
Se fue todo,
lo mismo que un suspiro
dentro de un viento de nubes y tormenta.
(Rodolfo Serrano)
Ni un alma por el campo esta mañana
radiante y silenciosa. Yo camino despacio,
no hay prisa en este tiempo tan extraño
y parece mentira que sea cierto
todo eso que dicen que nos pasa.
Nada me calma más que este rumor del campo,
el silencio que rompen mis pisadas
sobre las hojas secas, los sonidos
de pájaros citándose en su idioma
y ese el beso del aire
que acaricia mi piel abandonada.
Al lado de mis pasos camina otra mujer
que alguna vez fui yo,
mirando hacia adelante,
con prisas por comerse aquella vida
que luego acabaría devorándola.
Y lleva de la mano a una niña pequeña
de largas trenzas negras
con un esparadrapo en la rodilla,
presagio de otros golpes que sería
bastante más difícil cicatrizar.
Voy pensando esas cosas sin ton ni son,
de manera inconexa me asaltan las imágenes
de mis vidas antiguas,
me pasan por delante como dicen
que ven su historia los agonizantes.
Pero curiosamente
ya no siento añoranza de otros tiempos,
salvo del hijo, claro, del hijo y su sonrisa,
del hijo y sus abrazos, del hijo siempre.
El pasado cumplió su cometido
de escultor del presente,
como el viento modela hasta las rocas
que antes eran tan duras.
Y el futuro… el futuro era esto,
pasear por los campos en otoño
y dejar que me bese el sol y el viento,
que esta dulce humedad, esta tibieza
se extienda lentamente por mi pecho.
domingo, 27 de septiembre de 2020
TRANSPARENTE
Poco a poco me he vuelto transparente,
invisible, translúcida, intocable
como un ser asexuado, una medusa
que no puede rozarse por si abrasa.
Parece que mis labios de repente
se hubieran congelado, que mis manos
fueran bloques de piedra sin tacto y sin caricias,
sin dedos que enlazar, que mi cintura
ya no fuera el lugar donde posarse
las tuyas como pájaros sin rumbo.
Tal vez es que estoy muerta
y yo no me he enterado
de cuándo fallecí para tus ojos
y soy como un fantasma amigo tuyo
que a ratos te acompaña sin reproches
te escucha, te sonríe y se evapora
sin dejar ni una huella sobre el barro.
No sé dónde han quedado los días del deseo,
las noches de los sueños, imposibles,
pero sueños al fin, sueños de vida.
Será que nos queremos como hermanos.
viernes, 11 de septiembre de 2020
BANDERA BLANCA
Creo que si algún día,
si algún día dejaras de dolerme,
si nunca más volviera a recordarte,
si desapareciera la sombra de tus manos,
si no soñara más con tus abrazos
ni escuchara tu voz en mis insomnios
ni saliera a la calle pensando en encontrarte
al doblar esa esquina por la que nunca pasas
o al entrar a ese bar donde jamás entramos,
si llegara ese día en el que no escuchara
tus pasos junto a mí mientras camino
ni sintiera tu mano en mi cintura,
si llegara ese día en el que no esperara
ver de nuevo tu nombre en el teléfono
ni tuviera presente tu existencia,
si ese día, mi amor, por fin llegara
sé que me haría vieja de repente,
mis manos se pondrían temblorosas y torpes,
perderían mis ojos el brillo que aún les queda
y mis pasos se harían lentos y renqueantes,
ya no me miraría en el espejo
y quizá me dejara el pelo blanco;
nunca me pintaría los labios rojo sangre,
definitivamente perdería la guerra,
esta batalla inútil contra todos mis años.
Si ese día llegara alguna vez
levantaría la bandera blanca,
me rendiría al fin, sin condiciones.
martes, 25 de agosto de 2020
TU NOMBRE
Duele tu nombre como una úlcera abierta,
como si me cayera en un lecho de ortigas,
como si me apresara una planta carnívora,
como si me tatuaran con un hierro candente,
como si me partiera el corazón un rayo.
Sin embargo lo busco sin descanso
como una impenitente masoquista,
como una drogadicta sin su dosis,
como una alcoholizada en la ley seca,
como una ludópata endeudada y sin suerte.
Es tu nombre la gloria y la condena,
es la herida y al mismo tiempo el bálsamo,
es el sueño y también la pesadilla,
es la felicidad y es la amargura.
Tu nombre me asesina y me renace.
Es la vida y la muerte entre sus letras.
sábado, 22 de agosto de 2020
UN DÍA EN LA VIDA DE UNA MUJER MAYOR
La ventana está abierta, entra por la mañana
un fresquito agradable que apenas la despierta;
todavía es temprano, para qué levantarse,
no hay nadie que la espere.
Y se abraza a la almohada
por abrazarse a algo.
Las ocho y veinticinco,
la perra está impaciente,
toca con la patita,
la oye resoplar y se levanta.
El café bien cargado
escuchando en la radio las noticias,
solo hablan de desastres pero aun así la enciende
por romper el silencio de la casa.
Un par de cigarrillos y se viste
para salir al campo; le hace bien caminar,
desentumece el cuerpo dolorido.
A estas horas el campo es un remanso,
hay una suave brisa que acaricia su rostro,
están las moras negras y brillantes
son bocados de infancia prendidos en las zarzas.
Corretea la perra, se mete en los riachuelos,
persigue lagartijas. La mujer
trepa los terraplenes y se araña las piernas
con los cardos resecos,
arranca una ramita de menta o yerbabuena.
Al cabo de dos horas vuelve a casa,
un segundo café y otro cigarro,
y ese silencio, dios, ese silencio.
Y ese peso en el alma, ese vacío.
Una ducha tratando de evitar el espejo,
a esta edad no apetece contemplarse desnuda.
Tendrá que ir a la compra,
debería comprar algo de fruta,
también se está acabando el pienso de la perra.
Al volver se prepara una cerveza fría
-qué gusto cuando entra en la garganta-
con algo de picar mientras escucha,
esta vez en la tele, las desgracias del mundo.
Para comer, los restos de la cena.
Aún faltan unos días para cobrar el mes
y la cuenta corriente está temblando.
Luego se hace un ovillo en el sofá
con la vaga esperanza de quedarse dormida.
Se propone sin éxito escribir un poema
porque el que se le ocurre
es el mismo de siempre
y ya está caducado.
Por un momento duda… ¿debería…?
Da un manotazo al aire para espantar la idea.
Será mejor dejar
las cosas como están.
A media tarde sale, otro paseo
con la caída del sol
bajo un hermoso cielo de rojos infinitos.
En la noche verá nítidamente
esas constelaciones que aprendiera de niña.
No ha hablado una palabra en todo el día,
salvo quizás alguna maldición
musitada entre dientes.
Buscará una película
que sea de llorar, a ser posible.
Y se pondrá una copa o tal vez dos.
Venga Dios y lo vea
si esto no es motivo
de acostarse borracha.
viernes, 31 de julio de 2020
JUEGOS PROHIBIDOS
Fue bonito jugar a enamorarnos,
un juego entretenido
que no hacía daño a nadie.
Fue bonito soñar en las noches heladas
cuando ya no tenía
apenas ningún sueño disponible.
Fue bonito creer que era importante
aunque fuera tan solo una entelequia
que jamás tomaría cuerpo y carne.
Incluso fue bonito llorar y maldecir
a esta puta vida
que siempre se ponía en contra nuestra.
Pero llega un momento en que la realidad
se te pone de manos y te insulta el espejo.
Entonces ya no puedes engañarte.
Y vienen por el aire sonidos de tristeza,
trae ecos de batallas perdidas de antemano.
Y trae juegos prohibidos que te matan.
un juego entretenido
que no hacía daño a nadie.
Fue bonito soñar en las noches heladas
cuando ya no tenía
apenas ningún sueño disponible.
Fue bonito creer que era importante
aunque fuera tan solo una entelequia
que jamás tomaría cuerpo y carne.
Incluso fue bonito llorar y maldecir
a esta puta vida
que siempre se ponía en contra nuestra.
Pero llega un momento en que la realidad
se te pone de manos y te insulta el espejo.
Entonces ya no puedes engañarte.
Y vienen por el aire sonidos de tristeza,
trae ecos de batallas perdidas de antemano.
Y trae juegos prohibidos que te matan.
sábado, 4 de julio de 2020
NOTICIAS DE LA MUERTE
En esta edad de canas y cansancio
dejamos que se mueran nuestros sueños
rendidos de antemano,
sin siquiera intentar acariciarlos,
mansamente conformes con un tiempo
que derrama tristeza a manos llenas,
cada día con una nueva muerte
de amigos queridísimos,
ya he perdido la cuenta del desastre.
Las heridas antiguas ya no duelen
son como costras secas que se caen y no sangran,
solo queda una leve marca sobre la piel
que nos acariciamos distraídos
con un cierto regusto del pasado;
mientras nos caen encima nuevas penas
pensamos resignados que lo que toca es esto:
contemplar impotentes cómo se va la vida
sin que acuda a la boca
ni una torpe palabra de consuelo.
Yo sé que en algún sitio existe la belleza,
existe la esperanza y la memoria
de lo que fui algún día.
Y que en algún rincón de estos despojos
queda un resto de fuerza y de deseo
que no quiero dejar que se me muera
sin que lo hayas tomado entre tus brazos.
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