El año 1992, año de olimpiadas y de exposición universal, año triunfal para España, para mí fue el "annus horribilis". Empezó en febrero con la muerte de mi padre, dolorosa pero previsible y, digamos que dentro de la lógica de la cronología, y terminó en septiembre con la muerte de mi hijo Jaime, de ocho años, fuera de cualquier lógica y de cualquier cronología, que se llevó todas las lágrimas que le hubieran correspondido a mi padre. Se llevó todas las lágrimas que le hubieran correspondido al mundo. Lo que tiene la muerte es que es para siempre, es lo único que nos hace comprender el significado de la palabra SIEMPRE. Siempre sin su risa, siempre sin sus enfados, siempre sin su jo, mamá. SIEMPRE. Tengo poca tendencia a lo sobrenatural, pero estaba dispuesta a creer hasta en los arcángeles si existía la posibilidad de volver a abrazar a Jaime.
Tres años más tarde, me hice socia de INTERVIDA, solicitando el apadrinamiento de una niña. Pedí niña porque en los paises desfavorecidos siempre son más desfavorecidas, si cabe, las mujeres. Lo cierto es que pasaron los meses y me olvidé sin haber recibido ninguna respuesta. Y de pronto un día me llegó un sobre de la Fundación. Contenía una carta y la foto de un niño guatemalteco de tres años, un indito precioso que se llamaba Roni Francisco Guarchaj Guachiac, con sus datos personales. Era mi apadrinado o amadrinado, más bien.
Roni Francisco, según los datos que me enviaron, había nacido el 19 de septiembre de 1992, el día que murió Jaime. Hay dos sentimientos que pueden hacer perder la razón, o la capacidad de pensar con más o menos racionalidad. Uno es el enamoramiento y otro es el dolor; en mi caso era el dolor. Aquel niño desconocido se convirtió en algo muy importante para mí. La organización me enviaba periódicamente dibujos suyos, felicitaciones de Navidad, sus supuestos progresos escolares; aprendió a escribir y recibí alguna cartita ingenua con letra infantil. Llegué a esperar con una cierta ansiedad esos envíos. Al mismo tiempo me prohibían dirigirme a él directamente ni mandarle regalos, cualquier contacto debía ser a través de INTERVIDA.
Los envíos se fueron distanciando, al principio eran trimestrales, luego anuales y más tarde uno cada mil años. Pero las cuotas me las han cobrado puntualmente todos los meses. Roni Francisco va a cumplir quince años, los mismos que hará en septiembre de la muerte de mi hijo.
Hace unos días recibí una carta de INTERVIDA en la que me comunican que Roni Francisco Guarchaj Guachiac ha finalizado su etapa escolar primaria -lógico, tiene catorce años, si es que existe- y que "ha emigrado a otras comunidades" (sic). Aprovechando el viaje y para que siga colaborando, me envían la foto de un niño filipino guapísimo, nacido en 1999 que se llama Jimmar Ferrer Macandog, hijo de un tal ¡Jaime! y una tal ¡Marta! ¡¡¡Los nombres de dos de mis hijos!!! Me estoy volviendo paranoica.
La fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña investiga a INTERVIDA por supuestas desviaciones del dinero destinado a apadrinamiento de niños en países desfavorecidos a "un grupo empresarial regido por los principios del beneficio económico" (otra vez sic), que incluye empresas tales como Genéricos Farma Ahorro, Roure Construcciones, Argentaria Inmobiliaria, Industria General de Productos Alimenticios, Consultoría Latina de Servicios Legales y Genéricos Corporación Medicamentos.
Hoy tengo otro Jaime en mi vida, muy pequeñito pero es de verdad. Tiene su cunita preparada junto a la de Carmen. Su piel, como la de su hermana, es droga dura. Crea una peligrosa adicción, os lo prometo.
Tres años más tarde, me hice socia de INTERVIDA, solicitando el apadrinamiento de una niña. Pedí niña porque en los paises desfavorecidos siempre son más desfavorecidas, si cabe, las mujeres. Lo cierto es que pasaron los meses y me olvidé sin haber recibido ninguna respuesta. Y de pronto un día me llegó un sobre de la Fundación. Contenía una carta y la foto de un niño guatemalteco de tres años, un indito precioso que se llamaba Roni Francisco Guarchaj Guachiac, con sus datos personales. Era mi apadrinado o amadrinado, más bien.
Roni Francisco, según los datos que me enviaron, había nacido el 19 de septiembre de 1992, el día que murió Jaime. Hay dos sentimientos que pueden hacer perder la razón, o la capacidad de pensar con más o menos racionalidad. Uno es el enamoramiento y otro es el dolor; en mi caso era el dolor. Aquel niño desconocido se convirtió en algo muy importante para mí. La organización me enviaba periódicamente dibujos suyos, felicitaciones de Navidad, sus supuestos progresos escolares; aprendió a escribir y recibí alguna cartita ingenua con letra infantil. Llegué a esperar con una cierta ansiedad esos envíos. Al mismo tiempo me prohibían dirigirme a él directamente ni mandarle regalos, cualquier contacto debía ser a través de INTERVIDA.
Los envíos se fueron distanciando, al principio eran trimestrales, luego anuales y más tarde uno cada mil años. Pero las cuotas me las han cobrado puntualmente todos los meses. Roni Francisco va a cumplir quince años, los mismos que hará en septiembre de la muerte de mi hijo.
Hace unos días recibí una carta de INTERVIDA en la que me comunican que Roni Francisco Guarchaj Guachiac ha finalizado su etapa escolar primaria -lógico, tiene catorce años, si es que existe- y que "ha emigrado a otras comunidades" (sic). Aprovechando el viaje y para que siga colaborando, me envían la foto de un niño filipino guapísimo, nacido en 1999 que se llama Jimmar Ferrer Macandog, hijo de un tal ¡Jaime! y una tal ¡Marta! ¡¡¡Los nombres de dos de mis hijos!!! Me estoy volviendo paranoica.
La fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña investiga a INTERVIDA por supuestas desviaciones del dinero destinado a apadrinamiento de niños en países desfavorecidos a "un grupo empresarial regido por los principios del beneficio económico" (otra vez sic), que incluye empresas tales como Genéricos Farma Ahorro, Roure Construcciones, Argentaria Inmobiliaria, Industria General de Productos Alimenticios, Consultoría Latina de Servicios Legales y Genéricos Corporación Medicamentos.
Hoy tengo otro Jaime en mi vida, muy pequeñito pero es de verdad. Tiene su cunita preparada junto a la de Carmen. Su piel, como la de su hermana, es droga dura. Crea una peligrosa adicción, os lo prometo.