lunes, 3 de marzo de 2008

EL SARPULLIDO

Ya queda poco por hacer; los sufridos ciudadanos iremos el domingo a votar y la pelota caerá de un lado o de otro según sople el viento y consiga arrastrar ese voto exigente al que tanto cuesta entrar en la urna si no está absolutamente convencido. En cualquier caso, parece que no va a haber grandes diferencias y el que gane, sea quien sea, debería hacer un esfuerzo y no olvidar que casi la mitad del electorado habrá votado a su oponente. Una vez que pase la noche electoral en la que unos y otros daremos rienda suelta a la legítima euforia o a la lógica desilusión, todos, empezando por los políticos que por una vez deberían predicar con el ejemplo, tendríamos que hacer un ejercicio de humildad y de autocrítica y pensar que la verdad es poliédrica y nadie la ve completa.

Por poner un ejemplo, mi amiga Fajas Ruiz, a la que conozco desde hace muchos años, y a la que además de admirar su habilidad con la pluma, aprecio y sé de su inteligencia y sentido común, termina su post de hoy deseando que a ZP le salgan almorranas garrapiñadas (sic). Lo cierto es que yo también deseo que a Rajoy se le atraganten los fideos, que se ahogue en su propio vómito y que le eche la pota a Josemari encima de la brillante melena y del jersey rosa. Y es que a mi amiga Fajas, ZP le produce un sarpullido similar al que a mí me producen Rajoy y Josemari; pero el sarpullido no es algo racional sino una reacción alérgica de nuestro yo más perverso.

Ha sido una legislatura áspera, dura y desagradable hasta decir basta. Yo personalmente he acabado hasta los mismísimos de que me llamen "gentuza" y cosas así, de tener Madrid invadido de energúmenos blandiendo la bandera de todos un sábado sí y otro también, que muchos me he quedado encerrada en casa con la música muy fuerte y otros he salido huyendo. ¿Cuántas manifestaciones han sido? Sólo contra el terrorismo -es un decir- creo que siete, en la legislatura que se han hecho más detenciones y ha habido menos atentados, al menos mortales. Además, contra la devolución del Archivo de Salamanca, contra la Ley de Educación, contra el Estatuto de Cataluña, contra el matrimonio homosexual...cualquier asunto servía para armar follón, porque de lo que se trataba era de acosar al gobierno y que no terminara la legislatura. En fin que ha sido agotador. Supongo que estos miles de ciudadanos que sábado tras sábado se echaban a la calle también estarían hasta los mismísimos de no sé qué aunque, en realidad, no tuvieron mucho tiempo de hartarse antes de echarse a la calle, porque empezaron bien pronto a manifestarse y desde el primer momento con verdadera saña. Eso, sin contar con la teoría de la conspiración, que ha tenido mucha tela.

Superar todo esto, a mí me va a costar, tanto si ganan los míos como si pierden. Cuando uno se ha sentido machacado sin piedad durante cuatro años, es muy difícil no arrojar la victoria a la cara del adversario o asumir la derrota con autocrítica y sin rencores.

Pues eso, que a ver qué pasa. Que votemos todos tratando de calmar los picores de los sarpullidos y, después de la resaca, intentemos recuperar la sensatez.