Hasta ahora no he tocado el tema de la puta crisis porque no me gusta hablar de cosas que no entiendo. Pero la risa de hiena que exhibió ayer Cristóbal Montoro me lleva a creer lo que no quería creer, reprimiendo mi natural tendencia a pensar mal de según quién; esa risa me lleva a creer que aquí a más de uno y más de dos les van a salir callos en las manos de tanto frotárselas. Y es que no pueden ocultar el regocijo que los embarga cada vez que se publican las cifras del paro o la última caida del Ibex 35, en la línea de cuanto peor, mejor.
A mí me parece que ahora deberían mostrarnos su proverbial patriotismo, utilizar la varita mágica esa que tienen para acabar con todos los problemas y dar ideas a este gobierno de incompetentes para sacar a la patria del agujero; enseñarle cómo se hacen las cosas. Y ya puestos, también a los americanos y al mundo mundial, que por lo que se ve nadie, salvo el equipo económico del PP, sabe cómo meterle mano a esto. Que no tengan miedo a que el gobierno utilice sus ideas y se ponga las medallas, que el ciudadano no es tonto y en las próximas elecciones les vamos a votar todos como un solo hombre; pero que no esperen cuatro años para revelar el secreto de la piedra filosofal porque se van a encontrar un país desierto. A este paso y como sigan sembrando el pánico, vamos a tener que coger número para tirarnos por el Viaducto.
Gentes muy informadas han intentado explicarme esta cosa de la crisis, pero yo es que no tengo estudios y, la verdad, no me entero. Soy muy bruta y, por más que me lo explican, no consigo entender por qué cuando los bancos ganaban dinero a espuertas esas ganancias no llegaban al común de los mortales y sinencambio -que dirían en Sigüenza- ahora las pérdidas son para todos. Y tampoco comprendo por qué ha pasado esto ni por qué no se le piden responsabilidades a nadie ni nadie va al talego. El sistema, dicen, ha fracasado el sistema; pero el sistema lo gestionan personas, que digo yo que algo habrán hecho mal. Sin ir más lejos, a mí que no tengo un duro, ayer mismo me estaban ofreciendo tarjetas de crédito en cada supermercado y continuamente me encontraba en el buzón propaganda de préstamos personales con sólo una llamada. Y en la tele anunciaban esas tarjetas en el intermedio del culebrón, como los detergentes. La gente ha vivido de un dinero que no tenía. Esto mismo, pero a lo bestia, ha ocurrido con los bancos y con las grandes empresas. Tú me prestas, yo invierto lo que me prestas y los dos nos forramos vendiendo a los curritos que compran con dinero prestado. Y como todo era humo se esfumó, no sin antes cegarnos a todos los ojos.
Cuando yo era pequeña recuerdo que mi padre a fin de mes traía a casa un sobre con unos pocos billetes dentro. Mi madre tenía un estuche de piel verde con varios departamentos en los que guardaba los billetes perfectamente separados y asignados a una función: casa, comida, colegios, luz, teléfono, gasolina, servicio, etc..; en un sobre metía una cantidad para imprevistos -imprevistos perfectamente previstos- y en otro sobre un apartado para vicios: salir al cine, al teatro, a cenar a veces. Y lo que les quedaba después del reparto iba al banco y no lo tocaba ni dios. Supongo que sería una miseria porque mi padre sólo era un militar pluriempleado, pero era dinero de verdad, no humo. Del que se sabe lo que cuesta ganarlo y, por lo tanto, también se piensa un poco cómo gastarlo.
Ya digo, yo no tengo estudios pero tengo sentido común. Como Rajoy.
A mí me parece que ahora deberían mostrarnos su proverbial patriotismo, utilizar la varita mágica esa que tienen para acabar con todos los problemas y dar ideas a este gobierno de incompetentes para sacar a la patria del agujero; enseñarle cómo se hacen las cosas. Y ya puestos, también a los americanos y al mundo mundial, que por lo que se ve nadie, salvo el equipo económico del PP, sabe cómo meterle mano a esto. Que no tengan miedo a que el gobierno utilice sus ideas y se ponga las medallas, que el ciudadano no es tonto y en las próximas elecciones les vamos a votar todos como un solo hombre; pero que no esperen cuatro años para revelar el secreto de la piedra filosofal porque se van a encontrar un país desierto. A este paso y como sigan sembrando el pánico, vamos a tener que coger número para tirarnos por el Viaducto.
Gentes muy informadas han intentado explicarme esta cosa de la crisis, pero yo es que no tengo estudios y, la verdad, no me entero. Soy muy bruta y, por más que me lo explican, no consigo entender por qué cuando los bancos ganaban dinero a espuertas esas ganancias no llegaban al común de los mortales y sinencambio -que dirían en Sigüenza- ahora las pérdidas son para todos. Y tampoco comprendo por qué ha pasado esto ni por qué no se le piden responsabilidades a nadie ni nadie va al talego. El sistema, dicen, ha fracasado el sistema; pero el sistema lo gestionan personas, que digo yo que algo habrán hecho mal. Sin ir más lejos, a mí que no tengo un duro, ayer mismo me estaban ofreciendo tarjetas de crédito en cada supermercado y continuamente me encontraba en el buzón propaganda de préstamos personales con sólo una llamada. Y en la tele anunciaban esas tarjetas en el intermedio del culebrón, como los detergentes. La gente ha vivido de un dinero que no tenía. Esto mismo, pero a lo bestia, ha ocurrido con los bancos y con las grandes empresas. Tú me prestas, yo invierto lo que me prestas y los dos nos forramos vendiendo a los curritos que compran con dinero prestado. Y como todo era humo se esfumó, no sin antes cegarnos a todos los ojos.
Cuando yo era pequeña recuerdo que mi padre a fin de mes traía a casa un sobre con unos pocos billetes dentro. Mi madre tenía un estuche de piel verde con varios departamentos en los que guardaba los billetes perfectamente separados y asignados a una función: casa, comida, colegios, luz, teléfono, gasolina, servicio, etc..; en un sobre metía una cantidad para imprevistos -imprevistos perfectamente previstos- y en otro sobre un apartado para vicios: salir al cine, al teatro, a cenar a veces. Y lo que les quedaba después del reparto iba al banco y no lo tocaba ni dios. Supongo que sería una miseria porque mi padre sólo era un militar pluriempleado, pero era dinero de verdad, no humo. Del que se sabe lo que cuesta ganarlo y, por lo tanto, también se piensa un poco cómo gastarlo.
Ya digo, yo no tengo estudios pero tengo sentido común. Como Rajoy.