lunes, 15 de febrero de 2010

CAJÓN DE SASTRE

Es peligroso abrir algún cajón
en tarde de domingo,
para restablecer el orden de las cosas.

A veces aparecen fotos como enemigos
de antes de que me entrara
la edad por todas partes.

Llaves que ya no abren las puertas del olvido
y relojes parados
en la hora feliz de las promesas.

Libros de misa, estampas
de vírgenes con lágrimas de vidrio
que aún reflejan
un resquicio de fe donde agarrarse.

Canicas de arco iris con las que nadie juega,
tarjetas de visita cuyos nombres
apenas corresponden a algún rostro.

Talonarios de cuentas desahuciadas,
poemas inconclusos
y un pin de No a la Guerra irreductible.

Piedras, conchas, recuerdos
que no recuerdo ya qué me recuerdan.

Cartas amarillentas que me amaron
y creo que yo amé;
pero los que no han muerto
huyeron en legítima defensa.

Y es que en este cajón, hace ya tiempo
que ni siquiera encienden los mecheros.