Hace bastante tiempo
que debería haber cerrado el ojo
porque sé que a las siete
sonará sin piedad el artefacto
y me echará a empujones de la cama.
Pero qué voy a hacer si me pierde la noche
y a estas horas me da por querer a la gente;
cuando queda en silencio la prisa y la rutina
y da igual que se rompan los principios.
A partir del momento en que se duermen
los minutos previstos,
queda el tiempo infinito de encontrarse
con la verdad oculta en lo callado.
Esa forma tan dulce de querer a los otros
sin que atisben siquiera que los pienso,
ese modo tan cierto de extrañarlos,
esos nombres que invaden mi memoria,
algunos muertos y otros bien presentes,
pero todos ajenos a mis noches.
Me voy a ir a dormir, a ver si hay suerte
y vienen en mis sueños a buscarme.