Te quisiera decir que yo conozco
el efecto letal de tu sonrisa
cuando la usas sin venir a cuento.
Ahora toca estar triste
y tú vas y sonríes sin pensarlo dos veces.
Sé que muchas mañanas,
dibujas con el dedo en el cristal
el rumbo previsible de una gota de escarcha,
sonríes y te lanzas a la calle.
No tienes que explicarme que no cumples
con los planes previstos;
sonríes y caminas
en sentido contrario al de la flecha.
Que hablas un idioma
para todas mis hijas,
para todas sus madres.
Y para las mujeres que ríen a deshora.