
Al fondo, el ruido, el griterío de ayer para -entre otras cosas- ahogar las verdades del barquero que se están oyendo en el juicio de la Casa de Campo.
Al fondo, la evocación de aquel día aciago. El sabor agridulce de la sangre en la memoria. En aquellas horas primeras -unas pocas- todas las lágrimas se unieron en el mismo río porque el dolor químicamente puro no entiende de política. En las primeras horas del 11 de marzo de 2004 el dolor era patrimonio de todos, la sangre brotaba de las heridas de todas las almas y se juntaba en una mancha inmensa en el centro de Madrid. Luego vino lo otro. La manipulación, la mentira. Ya no íbamos todos en ese tren. Y no nos hemos vuelto a subir. Tres años más tarde nos estamos tirando los muertos a la cara. ¿Subiremos alguna vez al tren que nos lleve a la convivencia?

Esta frase es de José Luis Coll. Hace ocho años que Tip le estaba llamando desde el país de la eterna sonrisa "dame la manita, Pepe Luis". Y al fin se ha ido. Nos han dejado aquí, a ver cómo salimos de ésta. A ver cómo nos las arreglamos sin su hongo y su chistera.
Dos amigos, unidos por el humor. El amor del humor, el humor del amor. Tan distintos en el físico como en la ideología. Ojalá aprendamos un poco.