sábado, 3 de marzo de 2007

PREGUNTAS

Miedo me da tocar el tema. Miedo y una pereza mortal. Pero en este arranque de la primavera, junto a los cerezos y las mimosas, alguien está regando la flor negra del rencor.

Maldito día en el que al prenda ese se le ocurrió dar rienda suelta a su vena literaria y publicar dos artículos en Gara. Si no fuera por eso, hace más de un año que estaría en la calle, por la única e incontestable razón de que habría cumplido la condena que en su día le impuso la justicia. Y nos habríamos ahorrado el espectáculo de la huelga de hambre y, sobre todo, de las fotos en calzoncillos. Distinto es lo que nos pidan las vísceras más oscuras, pero una cosa son las vísceras y otra el código penal.

Dieciocho años son pocos o muchos, según se mire. Son muy pocos, no son nada, si lo comparamos con los que ha robado a sus víctimas. Y son muchos si pensamos la de cosas que se pueden hacer en ese tiempo. Que cada uno en su edad piense lo que ha cambiado su vida en los últimos dieciocho años y concluya si son pocos o muchos. ¿Cuántos besos se pueden dar? ¿Cuántos atardeceres se pueden contemplar? ¿Cuánto se puede aprender?

¿Que nos ha chantajeado? De acuerdo. Pero aquí estamos hablando de un año y medio más de condena a cambio de que la palme. Os aseguro que yo no iba a llevar luto por él si la llega a diñar, pero no estoy tan segura de que no tuviera que llevarlo por mi país.

Y no quiero meterme en más berenjenales que luego me salen muchos enemigos. Prefiero quedarme con la imagen de esas dos ancianas, amigas y vecinas que se ayudaban una a la otra. La que ha muerto hace unos días era la madre de De Juana Chaos. Su vecina, su amiga, la que le llevaba un caldito a la cama todos los días, la que tenía su mano cogida cuando le llegó la muerte era su consuegra, viuda de un guardia civil víctima de ETA.