sábado, 10 de marzo de 2007

EL TSUNAMI

A las ocho y media de esta mañana el cielo tenía un color pálido, gris azulado, surcado de jirones de color naranja. Madrid iniciaba el fin de semana lentamente, con la calma indolente del sábado. En el Paseo de las Delicias algunas personas, con el cuello subido, esperaban el autobús en las paradas, tranquilas, sin intentar divisarlo al fondo de la calle, sin la ansiedad tensa de la prisa. Atocha era el espacio destartalado e impreciso de siempre, castizo y plebeyo, con su eterno aroma a bocadillo de calamares en el aire. En el ambiente nada hacía intuir el tsunami rojigualda que se avecinaba.

Ayer volvió Marta de Portugal. Ha estado allí dos semanas, aprendiendo cosas nuevas de su trabajo. Porque, aunque parezca mentira, detrás de toda esta mugre existe vida inteligente. Una vida callada y fértil, enriquecedora y laboriosa que intenta seguir su camino contra todos los vientos del odio y todas las mareas de la crispación. Nada más llegar me dijo mamá, no quiero saber nada, no me lo contéis, por favor. Venía de un absurdo país, aburridísimo, en el que la gente vive en paz y no se odia. Gentes sin conciencia que concentran sus energías en tonterías tales como el trabajo, el futuro de sus hijos, qué comprar en el mercado para comer bien sin gastar demasiado, cómo camelar a esa chica de la facultad que no me hace caso, qué hacer para promocionar en la profesión, cómo conseguir una vivienda, en fin, chorradas. Gentes insensatas que cada cuatro años se acercan tranquilamente a las urnas para votar a quienes creen que pueden gestionar mejor esas gilipolleces. Pero es que ni en Portugal ni en ningún país de nuestro entorno tienen el privilegio de contar con líderes políticos capaces de movilizar al pueblo, de sacudir las conciencias, de manipular los más bajos instintos para sacar lo peor de cada uno. De inocular al pueblo en vena el virus maligno del odio.

Aquí, sí. Aquí tenemos patriotas. Que no descansan, que no cejan en su empeño de salvar a España de un Gobierno legítimamente constituído; que dedican toda su energía a atizar el espíritu guerracivilista; que no pueden soportar el contradiós de que el poder esté en manos de estos desharrapados en lugar de en las suyas, como sería lógico, ya que son los depositarios naturales -seguramente, por designación divina- y los dueños de la VERDAD. Ya lo de menos es De Juana Chaos. A lo largo de tres años, aparte del sempiterno tema del terrorismo, ha sido la reforma de la Ley de Educación, el matrimonio homosexual, el Archivo de Salamanca, el Estatuto catalán y ya no me acuerdo qué más. Todo vale en esta política de tierra quemada, de cuanto peor, mejor. Estos son los patriotas que llevan tres años dedicados a la intoxicación inmisericorde, fabricando mentiras en garitos oscuros y difundiéndolas en medios de comunicación in-mundos.

Estos son los patriotas que no se paran en barras; que están convirtiendo la vida de su país, de mi país, en un bochornoso espectáculo internacional, en un siniestro circo, en una obscena exhibición del rencor. Que están fomentando la división, que están dando motivos de júbilo a los terroristas todos los días. Que están llevando la confrontación a las oficinas, a las cenas de amigos, a las familias. Que están consiguiendo que observemos de reojo al vecino de arriba y al que soporta el atasco en el coche de al lado; que miremos de refilón el periódico que cada uno lleva debajo del brazo, antes de atrevernos a brindarle nuestra amistad

Aquí no importa la economía, ni el empleo, ni los avances sociales, ni los derechos de la mujer, ni el calentamiento global. Aquí el único calentamiento que interesa es el de los ánimos. Ayer vi un manifestante solitario en el centro de la plaza del Dr. Marañón. Portaba una pancarta casera, pintada a brochazos burdos en la que se leía: gracias al terrorismo ya no importa la pobreza.

En fin, amigos. No sé qué váis a hacer vosotros. Yo me voy a encerrar en mi casa con la música muy fuerte. Luego, creo que se juega el Barça-Madrid. Dios nos coja confesados.

¡¡¡HUUUY!!! POR POCO...